Hokkaido, tranquilidad en estado puro (2020).

Japón es un lugar increíble en casi todos sus aspectos, solo el hecho de estar allí ya es toda una experiencia cultural que nos sorprende y fascina a la mayoría de sus visitantes.

Comenzamos la aventura en las estaciones de tren de Tokyo, esas estaciones inundadas de gente que tantas veces hemos visto en las películas, y en las cuales la realidad supera a la ficción. Eso si, una multitud de gente en la que prima la educación y el respeto, cosa que se hace agradecer desde el principio.

En el tren bala nos dirigimos a Nagano, ciudad a los pies de los alpes Japoneses, que aunque este a dos horas de distancia, no sabremos si es una extensión de Tokyo. Pues debido a que Japón es un lugar increíblemente montañoso, sus escasa superficie aprovechable es habitada en masa por su población.

Nagano es el lugar desde el que nos dirigiremos a fotografiar las icónicas imágenes de los monos bañándose en la el agua termal de las montañas. Esta población de monos campa libre por el valle, donde ven todas sus necesidades, inclusive su seguridad, cubiertas. Después de una pequeña caminata por un sendero lleno de nieve llegamos al lugar. Y una multitud de monos nos recibe sin parar de interactuar entre ellos. Les da los mismo nuestra presencia, y para ellos no somos ningún incordio, así que siguen a lo suyo mientras nosotros empezamos a preparar nuestros equipos.

El día nos acompaña, y sobre las 12 del medio día decide nevar, lo que nos da la oportunidad de ver como estos macacos abrazados por el frío se meten en el agua mientras sus cabezas se ven rodeadas de copos de nieve que caen, dando una estampa idílica. Monos jugando, abrazándose, limpiándose… en un ambiente mágico.

Después de una jornada fantástica nos dirigimos a cenar pues toca cena tradicional Japonesa, la cual repetiremos en varias ocasiones durante el viaje. Hora de descansar para cambiar de destino.

El día comienza pronto, hoy volamos a Hokkaido lugar principal de nuestro viaje, y en el que la masificación poblacional de Tokyo queda atrás, brindándonos justo lo contrario. Lugares de escasa población donde la naturaleza esta presente constantemente, y la fauna aparece por doquier.

Tras aterrizar en el aeropuerto de Kushiro, ciudad principal de la región, nos dirigimos al Hotel. Hay que dejar las maletas, y preparar las cosas, pues toca visitar el puente de Otawa, y no nos queda mucho para el atardecer. En este lugar anida una población de Grulla Japonesa.

Antes de llegar al puente ya nos sorprendemos viendo algunas grullas japonesas, casi siempre en grupos de tres,

volando sobre nosotros camino al dormidero. Con gran excitación salimos del coche y nos posicionamos en el puente para capturar su llegada al dormidero con los colores del atardecer.

Lo dos días siguiente continuaríamos disfrutando de las grullas en diferentes puntos alrededor de Kushiro. Amaneceremos de nuevo en el puente de Otawa, lugar que nos fascinara con la luz del sol apareciendo entre la bruma del rio y coloreando todos los arboles a su alrededor.

Ante tal espectáculo, prácticamente se nos olvidara que nos encontramos a -22°. Tras un rato de espera las grullas comienzan a despertar y a volar, con suerte de que alguna decide tomar nuestra dirección y pasar justo por encima del puente. Dándonos unas fotos preciosas.

Ahora toca ir a buscar sus lugares de recreo y alimentación para poder disfrutar mas de cerca de ese cortejo tan especial que las caracteriza.

Sus bailes y sus poses de canto no pararon de repetirse durante las dos jornadas que tuvimos por delante. En el amanecer y el atardecer las grullas se mostraron especialmente activas, acompañándonos una luz fantástica a esas horas para capturarlas en todo su esplendor.

Después de descansar y de nuestros almuerzos con el Ramen muy presente, dejamos Kushiro y continuamos hacia el lago Furen. Un lago helado en esta época del año, en el que pudimos encontrar águilas stealler y otros pigargos posados en los arboles. Además pudimos disfrutar de una escena única como es ver a estos animales peleando por comida, de la forma mas salvaje. Tras esta parada que tanto disfrutamos, seguimos camino hacía Rausu, parando en la península de Notsuke. Esta peninsula es una maravilla de la naturaleza, que se alarga y entra en el mar estrechándose, hasta que en algunos puntos la única tierra que hay es la propia carretera. Dejando a un lado el mar, donde a veces podemos ver hielos provenientes de glaciares, y al otro lado el mar completamente helado, que sirve de paso a la sorprendente e inmensa cantidad de ciervos que conviven en esta península.

Durante este trayecto también veremos una gran cantidad de zorros y otras aves, que de vez en cuando nos aparecerán por sorpresa.

En la tarde noche llegamos a Rausu, lugar en el que estaremos 3 noches. Un pueblo pesquero al norte de Hokkaido, que es también la entrada al parque natural de Shiretoko. Es hora de descansar. Ya que al día siguiente toca madrugar mucho, a las 3 de la mañana nos espera el búho pescador.

Nos levantamos a las 2:00 am y nos dirigimos a un hide donde trataremos de ver al búho venir a pescar. A este lugar suele venir una pareja de búhos. Tras prepararnos y colocar nuestros equipos la espera se hace larga ya que nada parece moverse alrededor del rio. Son las 4.30 de la mañana y nada ha cambiado, solo alguna chocolatina menos en nuestras mochilas, y un poco de sueño que quiere aparecer. Pero no perdemos la esperanza, nos han dicho que siempre viene antes de las 5:00, así que confiamos en que aparezca. Son las 4.45 y tras oír un pequeño ruido vemos una sombra en un árbol. Si!! Es el búho pescador!! Todos nos quedamos en extremo silencio, y esperamos a ver si el búho se decide a bajar a pescar. Y tras unos segundos el búho se pone a orillas de la charca donde nos deleitara con una caza que podremos fotografiar en condiciones perfectas, que finalizara con un vuelo hacia la oscuridad de la noche. Con gran excitación tras haber fotografiado al búho, un segundo búho se posa de nuevo, dándonos, como si estuviese preparado una segunda oportunidad parar fotografiarlo.

Llenos de alegría por nuestras fotos, casi nos hemos olvidado de los que nos espera ahora. Y es la salida en barco para disfrutar de otra de las imágenes icónicas de nuestro viaje, el águila stealler sobre el inmenso mar de hielos que baja del norte.

Nos dirigimos al barco, aún de noche, las primeras luces se empiezan a ver mientras partimos hacia el inmenso mar de hielos que se encuentra a unos pocos kilómetros de la costa. El cielo se sigue iluminando mientras ante nuestros ojos el barco empieza a abrirse camino entre los hielos. Las águilas nos sobrevuelan y el ambiente no puede ser mas bonito. Águilas volando y posándose en los hielos mientras el cielo se colorea para darnos un amanecer precioso, que nos deja a todos anonadados durante unos segundos. Pero los clics de la cámara no paran de sonar, pues las águilas no paran de darnos oportunidades para fotografiarlas en estas increíbles condiciones.

La mañana transcurre y sacamos fotos de todo tipo, peleas, vuelos, pesca y por supuesto estas águilas nos dejan poses de modelaje en los hielos, que hacen que durante toda la mañana las tarjetas no paren de llenarse.

Tras dos salida en barco, toca comer en un restaurante con comida típica de la zona, y tras barajar las posibilidades volvemos a la peninsula que el día anterior nos había fascinado para tomar alguna foto mas que se nos hubiese escapado.

Al día siguiente repetimos prácticamente el esquema del día anterior, así que volveremos a tener oportunidad de fotografiar, otra vez, todo lo que se nos había escapado el primer día. Pero por la tarde esta vez decidiremos descansar un poco, y tener tiempo para organizar todos esos archivos que nos llevamos de estos días.

Se acerca el fin, y toca partir hacia el lago Kussaro, lugar de las Cisnes cantores de Hokkaido. En este lago helado rodeado de Volcanes, se forma un fenómeno muy curioso, pues mientras gran parte del lago esta helado, varias zonas, entre ellas donde se encuentran los cisnes, son pequeñas piscinas termales formadas por la expulsión del agua caliente de la tierra. Dándonos la oportunidad de fotografiar a estos animales bañándose y nadando entre una bruma mágica que les envuelve en medio de un lugar tremendamente gélido. Toda esa tarde disfrutaremos de estos Cisnes que no paran de cantar y de vez en cuando no deleitaran con vuelos a ras de lago en una perfecta formación.

Para despedirnos, nos toca una gran cena típica japonesa que disfrutaremos una vez estemos en el hotel. Y al día siguiente, vuelta España, después de un viaje, que nos deja una innumerable cantidad de recuerdos, que no solo podremos contar, sino mostrar y volver a disfrutar en el procesado de nuestras fotos.

Algunas imágenes de la experiencia

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Si te interesa vivir esta experiencia te avisaremos en cuanto nos pongamos a preparar el nuevo viaje háznoslo saber aquí.

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